Mucho no soy de guirnaldas
ni estridentes campanillas,
por eso no me hacen falta
esas cuatrocientas sillas.
La edad me hizo puñetero,
un huraño descreído,
si eres un campanillero
vete por donde has venido.
Ardor me dan villancicos,
zambombas y panderetas,
sabiendo que hay niños chicos
creciendo entre metralletas.
Otros muchos cada día
desahuciados del pesebre,
y no tienen medicina
para aliviarles la fiebre.
Que el oro nos lo mangaron,
nos dejaron el incienso,
con él nos aborregaron,
sólo somos puro censo.
Ve a cantar a los palacios
y las puertas del Congreso,
a Pablo, el del pelo lacio
que nos promete progreso.
Esta canción navideña
nació ya sin estribillo,
que se lo ponga la peña
que yo no paso cepillo.
miércoles, 17 de diciembre de 2014
Villancico de guardia.
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