con capirote mohoso
de cruces incendiadas.
Siniestros cofrades
enlutando mujeres
a mantilla y copla.
Vinieron al trote,
cabalgando falacias
de macho erguido,
amos de la tierra
y las verdades del santo.
Vinieron sin ruido,
victimizándose a cada poco,
con la escopeta montera
en grasa limpia.
Vinieron mintiendo
sin disimulo alguno,
sabedores de los huecos
de los cráneos
a los que llenar con paja.
Vinieron de refuerzo
a los de siempre,
los que aún hacen falsete
despertando las querencias.
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