jueves, 3 de enero de 2019

EN LO RECÓNDITO

Yo que estuve en lo recóndito, 
atrapando mercaderes 
de sueños en alcaloide, 
perdí un ala en alguna refriega 
de ángeles desencantados. 

Ahora vuelo a medias 
y tropiezo con los resucitados 
de la heroína más sucia, 
multiplicados y omnipresentes 
en las calles moribundas 
de la ciudad de paso. 

Los niños juegan al grito 
y las madres a la lluvia, 
escupiéndose en los parques 
cuando procede la reyerta 
de los cachorros dementes. 

Patos lapidados 
en charca de patíbulo 
y alguna mujer llora 
su próxima muerte 
que alguien negará. 

A veces nos salva la música, 
la palabra hablada, 
la escrita y algún roce, 
algo de piel que nos redima 
de este pecado nada original. 



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