Andrea tuvo que venirme,
sin limar,
todo en materia.
Buena esencia
que envasaron
en la circunstancia.
Aristócrata de colomina,
sílfide de un río de carbón,
ternura envuelta
en celofanes de marca.
Veinte años de niña por forjar,
de mujer que será,
de cariño para todos
pero en exabrupto.
Andrea cumple
y de celebrar es
pues lo que es
promete buena estancia.
No me queda más que desear
que la libertad sea su centro.
Que nadie gobierne
lo que nadie gobernó cuando se debía.
Yérguete como te yergues en rebeldía
y que nadie te aminore nunca,
que nadie te tenga como alhaja,
busca la luz que atenúas.
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