Y el desvalimiento en seco,
de repente el suelo que se abre
a las caídas más inhóspitas
y la soledad se refunda,
se afianza en la entraña
cuando se desmorona la escena.
Ya habíamos bailado danzas macabras.
Ya sabíamos de comedias divinas
y tránsitos sin convenir,
más que asumibles.
Pero ahora el miedo es colectivo,
no es el mío,
es de todos
y más visible se hace
y por tanto más denso.
Desnudos estamos
en lo ridículo en fuga
y damos risa nerviosa
a quien nos elude a codo cerrado.
Y el desvalimiento en seco,
en rueda de prensa
a terno impoluto
para decirnos que no somos
y que debemos asumir el pánico
como animal de compañía.
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