Se nos vino encima la poesía,
con su día y su festejo,
arrollando a las gentes inhóspitas
de este encierro en mala hora.
Diluvian las palabras como el granizo,
en tormenta a veces
de versos agresivos,
lesivos de luz rebelde
y otras veces lloviznan
y empapan
el alma,
siempre reseca,
de emoción en ración justa.
El alma que no es
pero nombramos,
como nombramos los dioses
que nunca fueron.
Pero para eso hay poetas,
poetas emboscados
o poetas de guardia,
a tiempo completo
o contrato parcial con las estrofas
más esféricas.
Se nos vino encima la poesía,
ignórala si te incomoda
mas no la espantes,
es ave siempre a la fuga
y si emigra
habrá días en que precises vacunarte
con palabras formuladas
en alquimias reconfortantes.
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