Tus brincos y retozos
espantan aprensiones,
vaciando las alcobas
de temores incrustados
en la insistente almohada.
Tu risa inunda la sala
lavando con su espuma
las sombras adheridas
a las paredes de lo próximo.
Tu soberbia alegría
de incombustible torrente
vulnera las ventanas
y la luz desgarra
visillos de duda oscura.
Pequeño corazón amueblado,
de tabique recién lucido,
bombeando jazmines
que rebosan en mis espuertas.
¿No cree Ramirez, que cuando la princesa de Don Filo crezca, se sentirá muy orgullosa de su padre?
ResponderEliminar¡Yo sí lo creo!
Sí, otra vez yo (permítame la broma)
ResponderEliminarNo es gran cosa pero espero le guste lo que le he dejado en mi blog
Reciba un cordial saludo
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"y la luz desgarra
visillos de duda oscura"