lunes, 27 de julio de 2015

PUEDE QUE SEA EL MAR.

Roca y agua.

Puede que sea el mar, 
por más asequible 
que lo cósmico,  
lo que amaine la soberbia 
estruendosa que vestimos. 
Curvatura nos da el horizonte, 
incertidumbre, 
y las aguas vivas 
que nos mecen, 
mutables de carácter 
con los climas coordinadas, 
pueden desarbolar 
nuestra arrogancia 
en dos golpes de espuma, 
dejando en salazón 
la transcendencia. 
La roca apaleada 
por mareas sin bandera, 
va cediendo patria 
y convicciones minerales 
para sedimentar corrientes, 
ajenas a la cartografía. 
Mar calmo 
que me empequeñece 
y me ensancha 
en las soledades 
de un Robinson desnudo 
de interiores al viento. 

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