sábado, 7 de abril de 2007

CONTIENDA

En el fondo del baúl,
parapetada entre pañuelos de lágrimas secas,
tengo un arma de hielo perpetuo.
Cargada y lista para la lucha,
para cuando estalle la guerra de los inviernos.
Barricadas de desidia
se levantan en mis fronteras de esparto,
impermeables al vacío de las voces huecas.
Invulnerable en mi castillo de dudas,
recargando interrogaciones
con obuses de impaciencia.
Alambradas de relojes de agujas fundidas
protegen la yerma patria engalanada
con banderas de celofán incierto.
Todo está listo
para el feroz ataque del estatismo.
Sitiado por lo posible,
aprovisionado de ausencias,
la rutina centinela
afina la corneta anestesiada
y muda para la alarma.
Un estandarte de aire
orgulloso ondea
en la torre de hojarasca
del bosque de calendarios. 
 
 
 
 

1 comentario:

  1. En fin Ramirez, cada día me sorprendéis más.

    Os habéis equivocado de profesión.

    Tenéis el corazón de un poeta, y también de un guerrero.

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