Oigo los balbuceos de borrachos anónimos
sentenciar sobre lo humano,
sobre lo divino no
que lo divino es ensueño,
y la cerveza se me entorpece
mientras pienso que también vota
y su voto suma,
remitiéndome a las pruebas
o a las evidencias sangrantes
de estos días descartables.
Y dará igual que lo haga ebrio
o acorde,
que la sobriedad no cura la estulticia.
Mucho me acuerdo entonces
de cierto sociópata,
íntimo mío,
y ganas dan de recluirse
en refugio de hormigón
a prueba de sandeces,
de emergentes fascismos
y filosofía de burdel.
Se me atraganta la esperanza
y tengo arcadas de desencanto.
sentenciar sobre lo humano,
sobre lo divino no
que lo divino es ensueño,
y la cerveza se me entorpece
mientras pienso que también vota
y su voto suma,
remitiéndome a las pruebas
o a las evidencias sangrantes
de estos días descartables.
Y dará igual que lo haga ebrio
o acorde,
que la sobriedad no cura la estulticia.
Mucho me acuerdo entonces
de cierto sociópata,
íntimo mío,
y ganas dan de recluirse
en refugio de hormigón
a prueba de sandeces,
de emergentes fascismos
y filosofía de burdel.
Se me atraganta la esperanza
y tengo arcadas de desencanto.
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