Llegaste despacio,
casi de puntillas,
a mi puerto devastado,
como una barca perdida
a la deriva de mareas
de luna nueva.
Te infiltraste en el tuétano
y el dolor se embalsamaba
para emprender camino
de tu mano de centeno.
De noviembre un primero
era tu origen de cuna.
Todos los santos bregaban
milagros de oposición
pero la plaza fue tuya,
en derecho y en hecho,
vitalicia a tu apetencia.
Yo soy más cactus que flor,
pero como rosa espinosa marchito
más pronto que tarde
a la sazón,
mas si tú quieres,
de tu mano será
que mis pétalos desgajen
sus aromas serenos
en tu colchón de espumas
de mares mediterráneos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente si quiere que se publicará si me place.