Fueron tantos los muertos perdidos
por los campos de batalla,
con sus vanas glorias,
con sus glorias vanas,
por los paredones más infames
o las más tristes cunetas,
fueron tantos los presentes truncados
y los futuros desechados,
y todo a mano de hombre,
a mano de hermano,
a mano del odio abonado
en el terrón más necio de una patria
con las sales más falaces de los mitos
adobando las doctrinas para justificar las matanzas
que alimentan a los carroñeros que nunca mueren,
que nunca empuñan arma pero arengan
desde atriles del delirio
o púlpitos de la inmundicia,
beneficiarios siempre del desastre.
Fueron tantos los muertos,
tantos son,
tantos serán en el trayecto.
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