En el año aquel que no vino Abril murieron las rosas blancas
y todo se tornó amarillento sepia de ajado y polilla
como decepción tras tanta euforia de sentirnos unidad por un instante,
a horario tasado hasta el hartazgo.
En el año aquel hubo momentos de optimismo exprimido
sobre cadáveres casi recorridos de puntillas
mientras nos cantábamos en vídeo directo.
Fue aquel año en el que tu padre estuvo en suspenso
sobre las aguas de todo sobrevenido,
inundado de azares con mucha causa.
Ya sé que te lo he contado,
pero es lo que hacemos los viejos con nuestras guerras.
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