mirándote desde sus ojos claros de sabio tahúr de tute,
reconociendo el cansancio que no lo retuvo.
Carlos fue la calle hasta su último día,
sus cafés,
sus vinos, su menú de yerno e hija
y sus partidas.
Marro de mina de cuando la mina fue infierno,
mano dulce de caramelos que daba en clandestino,
como robados.
Carlos era silencios,
palabras justas y la justa sonrisa de los justos.
Se fue Carlos a paso lento, a cabezada de siesta
al sol tenue otoñado de este Mieres al que falta.
Vega de Arriba, Mayacina,
Jovellanos,
Hüeria de San Juan,
chigres de baraja y fútbol ya te extrañan
en el naipe arrastrado.
Se te verá en los huecos que no ocupas.
Buen viaje, buen paisano.
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