La verdad es que yo no sé,
no sé si hay tangos infantiles
o si lo infantil existió algún día.
No lo sé,
no sé si odiar la sopa es más que preceptivo,
no lo sé si la verdad es la desnuda
de lo no contaminado de adulto
y en una calleja en pandilla
se gesta la filosofía universal y el diagnóstico
de un planeta enfermo de mayoría de edad.
No sé si todo era tan sencillo,
seguramente sí,
todo crudo y sin batir
en los ojos atónitos de una niña que pregunta,
como las niñas preguntan,
como sólo las niñas preguntan,
todo.
En lo simple todo,
en el pequeño y rechoncho dedo que señala
un globo terráqueo está todo lo que nos cuestionamos.
Un bandoneón universal llora notas pequeñas,
simples notas que contienen todas las escalas
que se fueron entre dos interrogaciones
de una niña impertinente.
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