Inmisericorde me proclamo y la inclemencia me define
a día de hoy,
a partir de la hora de ahora y en la hora de nuestra muerte,
Amén.
Y así se me vienen los rezos,
de tal forma se me evocan
sin invocarlos y se embocan
en mi boca como un eructo
de algo mal dígesto.
Inmisericorde y renegado,
tres veces renegaré de vuestros dioses,
sus mesías, sus profetas
y sus pervertidos parásitos de culpas inoculadas
en los tempranos años en que el miedo nos moldeaba
como vasijas de miseria.
Inmisericorde cual la vida es en su grandeza
sin equilibrios impostados
por esquema humano de buscar justicias que nunca fueron.
Y así se me viene la rabia,
a veces,
del resentimiento amargo por los acíbares tragados
arrastrando el mal sin reparar
de querer reparar lo que nunca mal fuera.
Inmisericorde reivindico el rescate de los niños
sin aludir siquiera a los crímenes frecuentes.
No dejéis que los niños se acerquen allí.
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©️Juan Luis Nepomuceno |
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