martes, 6 de octubre de 2020

SILVESTRE

 Sobre mi lomo de lobo viejo 
llevé a Caperucita a través del bosque 
huyendo de aquel marido leñador, 
rumbo al velatorio de la abuela desahuciada. 

Me amó, 
sé que me amó con amor de matorral, 
amor espinoso de monte bajo, 
aromático de lavandas. 

Me amó pero no me quiso 
pues mi cantar era el aullido 
y volvió a los leños bien cortados 
de la chimenea estable del cornudo. 

Sobre mi lomo herido de lobo en batida 
comen los gorriones de mi carne aperdigonada 
y ella ya voló de la chimenea, 
furtiva y vieja, 
como una jineta resabiada, 
espiando mi paso moribundo 
entre los tomillos. 

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