se nos va el tiempo por descontar y no sabemos,
no sabemos,
nadie nos preparó para estas orfandades de plástico
ni nos advirtió de la disonancia de los caudillos.
Los caudillos que nos modelamos del barro primigenio,
ellos fueron la avanzadilla como alegres bufones patéticos,
recreándose en el estrambote
mientras se fueron haciendo con las tres pistas
para todas las sesiones.
En este tiempo de descuento
se nos rebajan las horas a lija gastada
y babeamos esperando desde el nido del cuco
que nos sobrevuele un reflejo de nosotros mismos.
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