sábado, 10 de octubre de 2020

DONDE ABUNDA EL COCODRILO

Hoy te sé ahí, 
reivindicándote necio en mi cuello devastado, 
porque no me distraiga, 
porque no olvide la certeza 
y levite demasiado entre notas que suenan en altavoz inteligente. 

Hoy me saludas 
con el abrazo implacable, 
sólido, 
sustanciado en la presencia. 

Ajeno a mí pero tan mío 
pues en mí te constelaste. 

Y yo a mi verso y mis pantallas, 
con la indolencia del que espera un divorcio 
por dejación de funciones, 
social a la que me dejas. 

Pero es que te sé 
y saberte es lo debido mientras tú me sabes sabedor 
de que no entrego mis llaves 
ni hago ofrenda de espada 
hasta la derrota. 

Defenderé cada trecho de segundo 
de tu conquista lenta palpando soles en el alba 
y bebiendo las mixturas de los olores cercanos. 

Hoy te sé, 
en tu afán y regocijo, 
otro café 
y cambio lo sinfónico 
por lo pentatónico de algún pantano de Nueva Orleans, 
donde abunda el cocodrilo. 

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