sábado, 3 de octubre de 2020

AUTOEVANGELIO APÓCRIFO

Quise bucear en el Mar Muerto 
y ahora soy momia en salazón, 
flotando a regañadientes. 

Caminar sobre las aguas 
nunca fue mi vocación, 
que al milagro tengo alergia 
y mi santidad está más que cuestionada 
por mi propio comité de expertos. 

Pues bien sé que un cardenal ahorcado 
ilumina más el sendero 
que un fanal de óleos históricos, 
y más seguros van los niños. 

Mucho recé en los huertos 
pero más obtuve de la recolecta del tomate 
que de rechazar cálices crueles. 

Se me durmieron los apóstoles 
porque nunca los tuve 
aunque de Iscariotes anduve servido. 

Bien sé que me muero, 
sin negaciones a canto de gallo, 
pero no de redenciones 
sino de cánceres reiterados. 

Todavía respiro, 
todavía escribo, 
de hijo de puta que soy por persistente. 

En tanto tengáis aliento
vivid, 
que si no ha de ser 
no será. 



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