martes, 20 de octubre de 2020

EL TRUHÁN PEREGRINO

Llegué aquí algo aturdido, 
ajeno al grisáceo y a expensas de lo ya servido. 

Casi un desierto de agosto adherente 
y nativos huraños de humedades a la melaza tibia. 

La voz en grito a contravaso, 
las segundas intenciones a postura de rampla 
y el inevitable hallazgo de que todo es mejor a este lado, 
más y mejor en cantidades gastronómicas, 
más y mejor hecho en lo prejubilado 
y en el relato deconstruído sobre neumáticos. 

Luego todo vino rodado en plano corto 
o sobre plano secuencia de pasillos interminables 
y barras de mala hora. 

Enraizó bien el plantón de mi bulbo 
y como un jazmín me vi 
y como un cebollino me asumo en la acidez 
que me dio la tierra carbonatada. 

Lo acontecido fue bien llevado en mejores y peores compañías
y hubo jauría que quiso de mi dar buena cuenta hacia el infierno 
a base de patada rastrera manufacturada en lo hijo de puta, 
mas cuando en las costuras, 
cuando más se inyecta el hielo en los tuétanos, 
la gente revienta en florecerse aromática con ungüento de aliento de verdades. 

A mi verso acuden y yo mi verso siempre les debo a cobro revertido. 
Mieres me mata, me mata lo que me mata pero Mieres está, 
en el camino viejo de los reinos, 
donde un peregrino hubo su jubileo sin necesidad de abrazar leyendas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comente si quiere que se publicará si me place.

SIN VERSOS EN LAS YEMAS

Se marchitaron los brotes  de versos en las yemas de estos sarmientos,  gélidos de la nevada,  y el racimo es promesa por incumplir.  No abu...