Todo se reduce a lo fundado,
a lo infundado
y a lo convenido,
que mejor no cambiar los ritmos
por lo de lo primigenio,
los acomodos
del contexto a la medida del ocupante
en lugar de a la inversa.
Y así crecimos,
en la tasa,
tasando y graduando,
etiquetando accidentes geográficos
y anillando palomas adúlteras
engendradoras de dioses.
Obsesión por el monolito y la altura centrípeta,
la lujuria de la llama
y la sangre en símbolo en lugar de vehicular jugo
de transportar nutrientes.
Segregar, por género, raza o estamento,
que mejor aparcelar
ante el miedo a ser menos que nada
que es lo que somos en acierto.
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