domingo, 11 de octubre de 2020

TEORÍA DEL TODO Y DEL FINAL

Puede que fuera un cometa 
el que nos dejó al roce la advertencia, 
esas rocas errantes, como carteros de largo recorrido, 
a los que atribuimos anuncios solemnes 
y tragedias finalistas. 

Bien pudiera habernos dejado 
el regulador definitivo, 
el equilibrante, 
el ubicador, 
el disolvente de la soberbia 
por mor de mantenernos 
en nuestra justa medida, 
que no es la de todas las cosas 
por más que les pongamos nombre 
y de ellas idea tengamos. 

Bien pudiera ser que bajáramos muy rápido de las ramas, 
en unos pocos millones de años nos pretendiéramos 
amos de todo lo visto y lo supuesto, 
universo conocido, iluminado, 
y de lo oscuro también por la tendencia. 

Qué mejor que la criba, 
el tamizado, 
el aclarar la broza, 
el regular la plaga 
y descargar un poco el lastre 
de este aerostático globo 
que navegó Cyrano entre versos pretenciosos. 

No creáis que hay hacedor justiciero 
que decida esta sentencia, 
que es la física y su tendencia a equilibrar las radiaciones 
o a establecer otro caos de partículas erráticas. 

Bien pudiera ser que no nos hiciéramos más falta 
que nosotros mismos 
para matarnos a besos contagiosos, 
en el mejor de los casos, 
a la vez que empuñamos las alabardas 
por dar épica a la muerte necesaria, 
esa que no asumimos 
pero bien que procuramos. 

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