perdí tu nombre de ave
y entre los juncos la historia
de mi mano en tus altares.
De mi mano en tus altares,
de mi carne en los anhelos
de aquel río que era fragua
donde forjaste el acero.
Donde forjaste el acero
de la espada que me nombra
cuando la rabia me puede,
cuando me invoca la sombra.
Y hoy quiero danzar,
besar la tierra,
beber tus pasos.
No puedo parar,
si te me aferras
yo no fracaso.
Nunca quise ser guerrero,
quizá pastor y poeta,
mas sin rebaños nací
y me puse a robar letras.
Y me puse a robar letras,
nadie las quiso comprar
y me propuse sembrarlas
en las espumas del mar.
En las espumas del mar
donde mi barca te acuna
cuando duermes a mi lado,
cuando se encela la Luna.
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