soy en la baranda de la tarde roja 
una planta carnívora de hueca mordedura, 
de voracidad media y vocación trepadora, 
con estambres urticantes de disolver biologías. 
No, 
no sabré salir del laberinto armado 
con una cabeza de nada ni nadie 
pues me rebelo a los trabajos de encargo, 
a las heroicidades elásticas y estoicas. 
Iré, 
donde el andén me destine en cita previa, 
cantando salmos paganos con mi voz ausente 
al son de una zanfona de clavijas numeradas, 
medieval y romanceado en ningún lugar del mundo. 
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