Tener al mezquino enfrente,
vanagloriándose en su vacío,
henchido de arrogancia hueca,
tan simio,
tan ajeno a su estulticia.
Condecorado en la marca
de su flamante polo.
Fundada su valía
en llavero de automóvil.
Mas bajo la gomina
como boina,
el milenario gañán,
carne y hueso
sin salazón que le salve.
Mito en los desguaces
de amor de saldo
de jueves tardío.
Fina estampa
amarilla de orín
de seminario.
domingo, 29 de septiembre de 2013
Galán
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